24 de junio de 2022
¿Quién no ha visto el Nido de Quetzalcóatl o la Casa Orgánica con asombro y admiración? Estas obras, entre muchas otras, son parte de la genialidad de Javier Senosiain, el mayor exponente de la arquitectura orgánica en México.
Conversamos con el maestro por casi una hora. Amable y muy dispuesto a compartir sus experiencias, nos contó que, a diferencia de otros, en su familia no hay otra persona que se dedique a la arquitectura.
Reconoció que el amor por la naturaleza surgió en él a través de su abuelo, quien vino de Navarra, España, con un paisaje muy boscoso.
¨No tenía idea de qué estudiar, pero hice un test y me salió que tenía cualidades para la arquitectura, así que empecé en la UNAM. Siempre me gustó dibujar. Hay cosas en la vida que son circunstanciales. Tuve la suerte de contar con maestros que me inspiraron. Cuando terminé la tesis, me entró la inquietud por la búsqueda de espacios curvos¨, comentó.
¨No tenía idea de qué estudiar, pero hice un test y me salió que tenía cualidades para la arquitectura, así que empecé en la UNAM. Siempre me gustó dibujar. Hay cosas en la vida que son circunstanciales. Tuve la suerte de contar con maestros que me inspiraron. Cuando terminé la tesis, me entró la inquietud por la búsqueda de espacios curvos¨, comentó.
¿Qué es la arquitectura orgánica?
Es una rama de la arquitectura que busca la armonía entre el hábitat del hombre y la naturaleza. ¨Es la que toma en cuenta las condicionantes geográficas de un lugar. Y es que el análisis del sitio da, en un 80%, los conceptos arquitectónicos¨, explica.
Senosiain hace una analogía de la vida con el proceso de su nieto recién nacido y cómo va cambiando de ambientes, estímulos y escenarios. Narra cómo se calma cuando está entre los brazos de sus padres y la relación que tiene la arquitectura orgánica con el vientre materno y el calor maternal.
¨El niño, desde que nace, va pasando de caja en caja y así, pierde la libertad, la espontaneidad y la creatividad¨, reflexiona. Y agrega: ¨el espacio natural de los animales y el hombre es curvo¨.
Después de la pandemia, hemos confirmado la importancia que tiene la relación entre el ser humano y la naturaleza. Y esta última, aunada al origen de la vida, es lo que inspira al arquitecto Senosiain.
¨Lo primero que hice fue la Casa Orgánica, misma que habité -y reconoce como su favorita-. El proyecto me llevó dos años y la construcción, cuatro. Cuando la terminé hice un libro y pensé que con eso terminaría mi trabajo en este tipo de espacios. Pero no. Mis clientes son personas que aman la naturaleza e incluso, son un poco bohemios¨.
Nido de Quetzalcóatl
Sobre este espacio tan icónico, el arquitecto recuerda: ¨En un terreno muy especial, no había espacios planos y hasta tenía cuevas.
Colocamos en la maqueta un flotador con los que juegan los niños, que se apoyaba de un lado de la cañada y del otro, en una de las cuevas. Y así, sube y se mete bajo la tierra.
Así proyectamos los 10 departamentos, adentro de ese tubo. Luego, colocamos la cabeza de la serpiente y la cola. Podría decir que el 90 por ciento del terreno quedó verde¨, comentó el artista.
De la teoría a la práctica
La carrera del arquitecto se ha entrelazado entre la experimentación, la vida profesional y la docencia. Y de esta última reflexiona cuánto han cambiado los alumnos con el paso de los años.
¨Actualmente ellos toman más en cuenta los materiales naturales y el lugar. Y también, hay un creciente interés por la arquitectura orgánica y la conciencia ecológica. Buscan la manera de ahorrar agua, instalar celdas solares¨.
