5 de julio de 2022
De padre y tío -por parte de madre- arquitectos, para Julio el arte de crear y construir siempre le fue familiar. En su casa había libros del tema y recuerda en especial el de Oscar Niemeyer sobre el Congreso de Brasilia.
Empezaba a preguntarse, desde entonces, cómo el hombre era capaz de construir esos espacios.
¨Mi tío hacía los jardines -porque se dedicó al paisajismo- y mi papá, las casas. Crecí en Cuernavaca e iba a las obras. Él hacía pocos planos y lo desarrollaba casi todo en la práctica¨, recuerda.
Sin embargo, la formación de Julio es diferente. Estudió, además de arquitectura, arte y diseño. ¨Yo era muy muy académico y él muy práctico¨, asegura.
La obra de Julio Amezcua busca repercutir positivamente en la vida de las personas, porque para él, ¨la arquitectura es un recurso cultural que te permite transformar. Es como la música, aunque no es tan rápida. La arquitectura es más lenta, más callada, muda¨.
Aunque Amezcua ha trabajado en proyectos tan distintos entre sí como espacios culturales, casas y oficinas, hay un sello que lo distingue.
Cabe aclarar que eso era algo que al inicio de su carrera él no deseaba, pero ¨uno siempre termina haciendo lo que dice que no va a hacer¨.
No obstante, ahora se siente feliz y no quiere hacer otra cosa que no sea el lenguaje Kineki -que significa, según le explicó su abuelo chamán, el regreso a casa, cuando tu espíritu quiere-.
¿De qué se trata Kineki?
¨Cuando nació mi hija, hace 7 años, mi vida cambió. Estaba sorprendido porque después de tantos reconocimientos y trabajo, no me podía construir una casa como las que yo diseñaba. Así que decidí estudiar otra técnica a través de la madera. Fuimos trabajando en maquetas hasta que se hizo realidad porque un cliente lo vio y quiso un proyecto así en Chiapas¨, narró.
Así que después, en el terreno de un amigo en Tepoztlán, levantó su hogar justo como lo soñaba. ¨Vivimos ahí cuando empezó la pandemia, pude vivir en mi receta y pude mejorar el sistema¨. Luego la vendió y decidió arrancar con el negocio de casas prefabricadas.
❚ Toda la familia de Julio se ha dedicado al bienestar y a la salud, por lo tanto, tenía la necesidad de reflejar en su trabajo de dónde viene.
¨Con Kineki me di la oportunidad recrear todo esto que para mi mamá son medios de curación como un temazcal, una poza de agua fría. Este sistema constructivo ya patentado se convirtió en una forma de vida¨.
La madera, que es una constante en Kineki, tiene múltiples beneficios para la salud.
¨La piedra vibra muy poco, mientras que las construcciones con madera alcanzan hasta los 600 hz por el simple hecho de serlo. El olor, el color, el sonido… es como vivir en un nido de pajaritos. Además, es un sistema realmente sustentable ya que puedo cultivar mis árboles para construir¨.
Actualmente, Amezcua está construyendo un hotel cerca del mar basado en el concepto japonés de los ryokanes, con piso de tatami, un espacio común y 12 departamentos de 60 metros cuadrados.
Métodos…
Julio reconoce la importancia de los aliados para trabajar porque sabe cuáles son sus virtudes y también, sus limitaciones. Se considera un ¨godín cool¨ al que ya no le gusta estar encerrado en una oficina.
En cuanto a sus obras, mencionó que su intervención en la estación de bomberos Ave Fénix lo puso en el mapa, pues vivía en Nueva York. También, Lisboa, un edificio de viviendas que armabas con pequeños módulos. ¨Nadie lo entendía al principio, pero después resultó ser muy exitoso¨.
La relación con Helvex
Durante todos estos años de trabajo, Julio probó varias marcas y decidió quedarse con las que responden bien ¨e incluso con aquellas con las que tienes memoria emocional. Uno de mis grandes maestros fue Bernardo Gómez Pimienta y él solo especificaba Helvex Rivoli. Y así con varias empresas. Me cobijé en ellas y sé que a cualquier lugar al que vaya del país, voy a encontrar los materiales¨.
